LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN EMOCIONAL EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Imagen de Marcos Cola

Nos encontramos inmersos en una de las situaciones posiblemente con mayor nivel de incertidumbre y desasosiego que se nos ha presentado hasta la fecha, la presencia de la pandemia de la COVID-19. Esta crisis sanitaria (económica, social,…) nos está obligando a muchos a cambiar nuestros hábitos, forma de pensar y actuar, así como nuestras prioridades en el día a día para recuperar algo del bienestar que disfrutábamos antes de su aparición. Supone toda una lección de vida que requiere contar con recursos para poder encararla lo mejor posible, sea cual sea el ámbito de actuación que tengamos. De hecho, en los últimos meses, uno de los servicios que más nos demandan desde las instituciones y organizaciones educativas y desde las administraciones públicas es proporcionar herramientas para aprender a gestionar esta situación.

Todo proceso de cambio y adaptación, como el que nos atañe, requiere de un aprendizaje a través de la educación, en niños, adolescentes y jóvenes, y de la reeducación, ya en edades adultas. En este sentido, la pandemia nos pone ante la pregunta:

Qué es lo que tenemos que atender para que el aprendizaje sea realmente efectivo.

Si nos centramos en el aprendizaje de niños y adolescentes, podemos hablar de 3 pilares interrelacionados que van a influir en este aprendizaje: la familia como principal fuente de enseñanzas y crecimiento personal; la escuela, como órgano experto en potenciar y desarrollar habilidades, conocimientos y competencias; y las características propias del alumno. Dependiendo de cómo funcionen estos 3 aspectos, así será el grado de aprendizaje del niño y del adolescente.  Para aclarar brevemente a qué nos referimos cuando hablamos de las características del alumno, nos remitimos a la teoría pedagógica denominada el Triángulo del Aprendizaje desarrollada por el doctor Isauro Blanco , el cual, lleva estudiando el aprendizaje en niños y adultos desde 1980. Según esta teoría considera que el aprendizaje no es fruto solo de las capacidades cognitivas sino que es el resultado de la conjugación de los 3 factores que se enumeran a continuación:

  • Los factores cognitivos, que hacen referencia a las habilidades intelectuales y cómo principalmente la escuela tiene un papel clave en su estimulación.
  • Los factores socio-emocionales, que aborda la autodisciplina y el equilibrio emocional. En este lado del triángulo es necesario conocer el funcionamiento del cerebro límbico, ya que condiciona la capacidad de pensamiento del ser humano. La afectividad, la sociabilidad y la calidad de las relaciones están presentes. La intervención de la familia, la escuela y los tutores van a ser fundamental.
  • Los factores fisio-neurológicos entre los que se encuentran la alimentación, el estado de salud físico y los hábitos de descanso.

El confinamiento y el distanciamiento físico están trayendo como consecuencia una carencia emocional y afectiva, así como una reducción de la calidad de las relaciones. Los niños y adolescentes están teniendo que convivir en espacios pequeños con discusiones y conflictos y se ven privados del  contacto con sus amigos y con el docente que le aporta seguridad. Esto pone en valor la importancia de reforzar la atención en este factor socio-emocional que está ligado a la educación emocional, atendiendo también la autoestima y la gestión de las emociones. Aquí el educador supone un modelo y referente para el pequeño y el joven, con lo que es imprescindible que cuente y se provea de recursos adecuados para esta gestión,

la inteligencia emocional de niños y adolescentes empieza por la de sus educadores.

 Esto implica dirigir la mirada del propio educador hacia sí mismo siendo consciente de que necesita cuidarse para poder cuidarlos. Tomando esta decisión y actuando será el mejor ejemplo que niños y chavales necesitan tener para continuar con su proceso de aprendizaje de una forma efectiva y encarar situaciones adversas como las que nos encontramos. Y para llevarlo a la práctica, no podemos olvidar que el aprendizaje no es una mera transmisión de conocimientos, sino que implica una relación, el niño y el adolescente aprende por la relación que establece con sus educadores. De ahí la importancia de la presencialidad.

By Mª José Chacón

Equipo KŌAN

Fuente: «El Universo de la Inteligencia» de Isauro Blanco. Ed. Limusa

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