Todos sabemos por experiencia propia cómo el ritmo rápido, autoexigente y lleno de continuas distracciones dificultan la atención y el estar centrado en nuestro día a día. Hoy por hoy, guardar silencio en las aulas es una de las grandes dificultades para alumnos y profesores. ¿Cómo saber dónde dirigirnos si continuamente hay interrupciones, ruidos y distracciones que irremediablemente nos descentran y roban nuestra atención?
Calmar este ambiente y volver a centrar la atención resulta una autentica lucha que suele traducirse en gritos, castigos y expulsiones, generando un clima muy tenso para docentes y alumnos, algo muy lejano de los cuatro pilares que aseguran el aprendizaje según Isauro Blanco, que son: disfrute, éxito, recompensa y libertad.
Las dinámicas de aula necesitan un cambio pero ¿cómo introducir cambios en un calendario asfixiado por los contenidos, la burocracia, la prisa, el ruido mental y ambiental, y el desánimo?
Hay una cita muy elocuente de Albert Einstein que, a este respecto, sugiere cambiar la forma de hacer las cosas e introducir dinámicas que consigan el objetivo de silenciar la mente y el espacio de forma menos combativa, más amable y más apetecible.
Si siempre haces lo mismo, obtendrás los mismos resultados (Albert Einstein)
Desde que en pandemia me tomé el tiempo necesario para entender de qué iba eso del mindfulness todos mis talleres se inician con relajación, la única forma efectiva que conozco de parar, calmar, escuchar y volver a nuestro centro, en silencio. Me llama mucho la atención que los niños con más dificultades para realizar este ejercicio, por ejemplo, los niños diagnosticados con TDHA sean los que más lo piden y que, en ocasiones, cuando concluye el taller y te ofrecen una reflexión, una frase, etc. destaquen con cierta frecuencia la TRANQUILIDAD que han sentido.
Los expertos en educación ponen el énfasis en la necesidad de disminuir el cortisol en la aulas y generar espacios de silencio donde volver a encontrarnos para desarrollar nuestra capacidad de atención, encontrar la calma y la propia conciencia y así poder desarrollar nuestra creatividad con respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás. El mindfulnes es una de las herramientas más efectivas para iniciar este cambio. No necesitamos grandes métodos ni inundar nuestras aulas con nuevas tecnologías, apenas se necesitan 5 minutos para volver a conectarte.
Lo curioso de esta situación es que es igualmente molesta y dolorosa tanto para alumnos como para profesores. Todos ellos desean que el ambiente de clase sea más clamado y tranquilo, entonces ¿Qué es lo que no funciona?
En mi opinión, uno de los problemas es que en ocasiones el ruido se está combatiendo con más ruido. Y la estrategia debe ser justo la contraria… el ruido se combate con silencio y orden. Sin embargo, ¿qué hacemos los adultos? solemos jugar a ver quién grita más fuerte y esa es la técnica que estamos enseñando a los pequeños. No quiero generalizar pero sí sugerir que ante un ambiente ruidoso, lo mejor es guardar silencio y esperar a que vuelva la calma, eso sí, no de forma mágica sino emitiendo las consignas necesarias para que todos entiendan que llegó el momento de calmarse, por ejemplo: en los teatros al apagar la luz todo se queda en silencio.
Con los grupos, la consigna que uso es levantar la mano, y todo aquel que lo ve, levanta la suya y guarda silencio. Es un aprendizaje como otro cualquiera que al instaurarse devuelve el orden, la calma y el silencio a los espacios educativos. No dejes de probarlo ni de contarnos cómo te ha ido. Adelante¡¡¡