¿Vives o te preocupas?

¿vives o te preocupas? Foto: Freepik

CUENTA UNA ANTIGUA LEYENDA CHINA

«Había una vez un campesino chino, pobre pero sabio, que trabajaba la tierra duramente con su hijo. Un día el hijo le dijo: 
-¡Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el caballo.
-¿Por qué le llamas desgracia? – respondió el padre – veremos lo que trae el tiempo… 
A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo. 
-¡Padre, qué suerte! – exclamó esta vez el muchacho – Nuestro caballo ha traído otro Caballo. 
– Por qué le llamas suerte? – repuso el padre – Veamos qué nos trae el tiempo. 
En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se encabritó y lo arrojó al suelo. 


El muchacho se quebró una pierna. -¡Padre, qué desgracia! – exclamó ahora el muchacho – ¡Me he quebrado la pierna! 
Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció: -¿Por qué le llamas desgracia? Veamos lo que trae el tiempo! El muchacho no se convencía si no que gimoteaba en su cama. 
Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey buscando jóvenes para llevárselos a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y pasaron de largo. 
El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o bueno
«

En realidad, la vida da tantas vueltas, y es tan paradójico su desarrollo, que lo malo se hace bueno y lo bueno, malo. Emitir juicios sobre cómo nos afecta emocionalmente los eventos o pretender entender las consecuencias que estos eventos pueden tener, es jugar a ser todopoderoso. Cuándo nos vemos a nosotros mismos como una minúscula parte de este sistema que es la vida, podemos llegar a entender cuan poco significativos somos. Claro que influenciamos en nuestro entorno, somos parte del sistema, pero poco podemos hacer con lo que nos llega.

Aceptar el presente y rendirse a lo que es se torna como una de las mejores estrategias que tenemos para evitar la ansiedad anticipadora o los sentimientos de culpa; el mañana vendrá y, muy probablemente, aquello que ahora pueda parecerte duro, o difícil, o doloroso y oscuro, brotará en forma de fortaleza, madurez, armonía, bienestar y luz. Todo sucede con un propósito evolutivo para nuestras vidas… y ahí es donde podemos encontrar el agradecimiento a lo que fue, y entender que tal y como fue, es perfecto para nosotros.

Entrenar la mente para estar presente aquí y ahora despeja, relaja y cambia el marco de referencia de eso que nos quita la energía y la paz.

En los talleres que facilitamos a grupos de docentes, familias y mujer, practicamos el estar presentes aquí y ahora a través de técnicas sencillas que favorecen el entrenamiento mental y la calma. Neurológicamente nuestro cerebro desarrolla nuevas conexiones en la medida que realizamos nuevas actividades, de ahí que la única forma de instaurar cambios de hábitos en nuestro día a día sea sencilla y llanamente practicarlos. Tanto un hábito saludable como tóxico se hace fuerte si lo practicas, es así de simple.

La práctica del mindfulness consiste precisamente en entrenar la mente para ser capaz de dirigir nuestra atención a aquello que nosotros decidimos en lugar que seguir atrapados en el miedo y la culpa, en lo que tiene que venir o lo que pasó, entre el pasado o el futuro. Soy perfectamente conocedora que ésto no es baladí, pero también sé que entrenar la mente para estar presente aquí y ahora despeja, relaja y cambia el marco de referencia de eso que nos quita la energía y la paz.

En muchos aspectos, nuestra vida es como la de ese joven muchacho chino que se deja llevar por los eventos del día a día. Deja de lamentarte amig@, acepta lo que es, ten una actitud abierta a lo que venga, sé feliz con lo que tienes y vive intensamente el aquí y el ahora. El destino que hoy forjas te entregará, cuando llegue el momento, aquello que estás construyendo hoy y sólo ahí puedes actuar.

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