A pesar de la distancia, acaríciame

Imagen de Gerd Altmann

«Las caricias son tan necesaria para la vida de los sentimientos como las hojas para los árboles. Sin ellas, el amor muere de raíz»

Ya en el siglo XIX el novelista Nathaniel Hawthorne (1804-1864) apelaba con esta frase la importancia de las caricias para el ser humano, las cuales fueron estudiadas por el médico psiquiatra y creador de la teoría del Análisis Transaccional Eric Berne (1910 – 1970) el cual añadía:

Las caricias, la unidad social de reconocimiento, son esenciales para la supervivencia. «Si no te acarician se te secará la médula»“.

El sentido de esta demoledora afirmación fue ampliado más tarde por su colaborador y doctor en psicología Claude Steiner (1935 – 2017) formulando la teoría denominada “la economía de las caricias” que defiende la idea de que el desarrollo emocional e intelectual de una persona depende en gran medida de la escasez o abundancia de signos afectivos que recibe a lo largo de su vida, sobre todo en su primera infancia. Según Steiner:

 «El apetito de caricias es similar al apetito de comida, lo tenemos y no lo podemos evitar. Si no tienes suficientes caricias, te vas a deprimir hasta poder morir de una depresión».

Esta necesidad de “caricias”, de reconocimiento y atención de los demás, es tan básica que si no obtenemos caricias positivas, que nos aportan bienestar y mejoran nuestra autoestima, nos conformaremos con aquellas que tienen una connotación negativa, que causan dolor físico o psíquico y bajan nuestra autoestima, con tal de no caer en la ignorancia.

“Las personas hambrientas de caricias buscarán y aceptarán caricias negativas, necesarias pero emocionalmente debilitadoras, cuando no sean capaces de obtener caricias positiva”.

¿Y cuáles son las positivas y cuáles las negativas? Ya a estas alturas te habrás hecho alguna idea de unas y otras. Como caricias positivas, además del contacto físico respetuoso y afectivo, tenemos aquellas miradas, sonrisas o gestos de saludo, como por ejemplo el choque de codos que se usa tanto en esta pandemia. Una llamada de teléfono o las videoconferencias tan empleadas en el confinamiento. Decir «Buenos días» a tu vecino o un “te quiero” a tus seres queridos, palabras de aliento para estos difíciles momentos “todo va a salir bien”, etc. En contraposición, tenemos las caricias negativas, como la violencia física y/o verbal, impedir expresar los sentimientos, juzgar y criticar, insultar, desalentar, ignorar a la otra persona, etc.

Se acercan unas fechas en las que cobran aún si cabe más importancia el dar y recibir caricias positivas. El distanciamiento físico está ocasionando que se “nos olvide” alimentarnos de este nutriente tan esencial para nuestra existencia. Sí, es verdad, tenemos limitaciones para abrazarnos, besarnos, tocarnos, vernos pero eso no es excusa para que encontremos el medio que nos permita, en estos tiempos convulsos, encontrar este vital acercamiento social. Así que, no lo dudes “acaricia y pide caricias” antes de que sea demasiado tarde:

“No esperes a que pase la tormenta, aprende a bailar bajo la lluvia”

(Proverbio Sufi)

By Mª José Chacón

Equipo KŌAN

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