Decálogo de una mamá primeriza

Cómo superar las primeras semanas de vida de tu bebé dignamente

Aunque el ser madre me lo imaginaba como algo muy especial nunca pensé que se convertiría en lo más importante y maravilloso de mi vida. Sin embargo, siendo realista, también existen sombras en este proceso. En este decálogo, válido para los 6 primeros meses de vida del bebé, te comparto aquello que me ha resultado muy útil para dar algo de luz a estas sombras. Puede ser que te funcionen o puede ser que no, dependerá de tu situación específica y de las características de tu bebé. Lo que sí te aseguro es que estas primeras etapas de su vida son cruciales para la formación de su carácter, de ahí la importancia del tipo de crianza que reciba.


1 – La lactancia no duele

Amamantar a mi hijo ha sido una de las experiencias más bonitas y enriquecedoras por las que he pasado. Sin embargo, pueden surgir obstáculos como la aparición de grietas o dolor en los pechos. Tras un parto complicado, más las noches con apenas la posibilidad de dormir, se presentaba ante mi un panorama desolador para continuar con éxito la lactancia exclusiva y no tirar la toalla. Mi salvación: rápidamente pedí asesoramiento donde me indicaron corregir cómo succionaba  el bebé y mi posición al amamantarlo. ¡En pocos días solucionado!.

2 – A demanda y nada más

La lactancia a demanda supone darle el pecho a tu bebé cuando lo solicita. En condiciones normales, cualquier madre puede generar la leche suficiente para su hijo sin tener que darle ningún complemento. Para ello, es necesario una succión frecuente. Cuanto más se succiona el pecho, más leche genera. Si se establece horario, la succión se reduce y, por tanto, no se produce la leche que demanda el bebé. Existen picos de crecimiento, que se llaman «crisis de lactancia», donde el bebé reclama aún más amamantar para poder cubrir sus necesidades alimentarias. En estas etapas, el bebé se pone muy nervioso e incluso «pelea» con la teta actuando como si la rechazase. Muchas mamás creen que ya no pueden seguir dando el pecho ante esta situación. Hay que tener mucha paciencia y ser consciente de que estamos ante estos períodos para superarlos.

3- El colecho favorece el descanso

Notaba que mi bebé se sentía inseguro y temeroso cuando lo dejaba en el carrito o en la cuna para dormir y ahí él no conseguía conciliar el sueño. Al  principio mi solución fue cogerlo en brazos para que durmiera sin yo poder hacerlo, siendo agotador. Hasta que decidí meter al niño en nuestra cama. Aprendí también a amamantarlo tumbada. Así pude empezar a descansar. Me daba miedo aplastar a mi hijo con el colecho pero con la experiencia me di cuenta que es prácticamente imposible durmiendo en una posición de seguridad. También me advertían que se acostumbraría a la cama y no podríamos pasarlo a la cuna.  Esta protección y afecto que le ofrecí a mi bebé en sus primeras semanas de vida le sirvió para sentirse más seguro y ya dormir en su cuna cuando estuvo preparado.

4- Los gases y el reflujo se pueden reducir

Como muchos bebés, mi hijo tenía muchos gases y regurgitaba incluso vomitaba con mucha frecuencia debido al reflujo gastroesofágico y a permanecer mucho tiempo en posición horizontal. Para aliviarlo, me pasaba prácticamente la noche entera amamantándolo y durmiéndolo en brazos en posición vertical. Otra vez adiós al descanso. Fue mejorando gracias a inclinar los colchones de su carrito y cuna entre un 15% y 30%, al uso de una hamaca donde lo dejábamos en momentos que estaba despierto, al cuidado de mi alimentación evitando alimentos que generasen gases o fueran alergénicos, al porteo con bandolera/pañuelo/mochila portabebés (muy útiles también para tener libertad de movimiento) y a aumentar la frecuencia de las tomas para que comiese más relajado y en menor cantidad.

5- Deposiciones no periódicas

A estas edades, un bebé no necesita hacer caca diariamente. Los lactantes, sobre todo, con leche materna no hacen deposiciones todos los días. La leche es tan nutritiva que poco les queda para desechar. Pueden tirarse una semana, incluso 10 días sin hacerlo y si cuando lo hacen no sufren y tiene un aspecto habitual no es estreñimiento. Sí se le puede provocar estreñimiento si se le estimula el recto con un termómetro o con otra «sugerencia» similar porque el bebé no aprende a hacerlo por sí mismo.

6- Brazos sí, llanto no

El llanto del bebé se genera para cubrir las necesidades  de hambre, sed, reducir el dolor o miedo, sueño, frío-calor, afecto (esta última se olvida con frecuencia). Atender esta necesidad sin esperar al llanto (o sin dejarlo llorar) permite que, una vez cubierta, se quede conforme en el lugar que determine dejarlo. Cuando llora el pequeño se estresa y genera una hormona llamada cortisol. En una persona adulta el cortisol, entre otras acciones, debilita su sistema inmunológico y paraliza la capacidad de razonamiento, llegando a matar incluso neuronas. Si éste es el efecto en un cerebro ya desarrollado, en un cerebro aún formándose puede retrasar además el crecimiento físico y emocional del bebé. Al contrario de cierta creencia popular, abrazar a un bebé le aporta mayor seguridad y aumenta su autoestima volviéndose más autónomo.

7 – Me adapto a él para poder adaptarse a mi

En la montaña hay una norma básica que salva vidas: siempre se va al ritmo del más débil. Cuando nace, un bebé tiene que enfrentarse a un mundo totalmente desconocido y se hace necesario respetar su ritmo.  Tras 9 meses envuelto en la seguridad del vientre materno, salir al exterior supone una buena dosis de inseguridad y miedo para el bebé que necesita apaciguar. Las rutinas son primordiales para garantizar su bienestar,  respetando sus horarios de actividad y sueño. Asentar rutinas permite que aprenda a distinguir el día y la noche hasta que consiga seguir el ritmo circadiano, ya que, en las primeras semanas de vida, la actividad nocturna es elevada.

8 – Me cuido para poder cuidar

Ante una emergencia en un avión, se indica que primero el adulto se ponga la mascarilla de oxígeno y, posteriormente, se la coloque al menor. Si se hace al contrario, el adulto corre el riesgo de quedarse sin oxígeno y se quedaría él y el menor sin atención. Las primeras semanas de vida son agotadoras para la mamá entre el desgaste del parto y la crianza. Para atender correctamente al bebé, es necesario encontrar formas de descanso y desconexión. La ayuda de la pareja y de familiares te permite encontrar momentos de expansión que te hacen reponer fuerzas para facilitarte esta etapa. Pide siempre ayuda.

9 – Papá también es protagonista

Cuando nace el bebé, papá también tiene una labor fundamental, colaborar junto con mamá en la crianza del nuevo miembro de la familia. Tareas como cambiar el pañal, darle el biberón, dormirlo, bañarlo, abrazarlo, jugar, atender las tareas del hogar, etc. le permite algo tan transcendental como estrechar vínculo con su bebé y facilitarle a mamá el descanso que necesita. Cabe mencionar que, en ciertos casos, papá desconoce este rol , con lo cual, necesita ser consciente de su protagonismo, aprender a atender estas actividades y hacerlo a su modo. Para que en el futuro el bebé sea una persona equilibrada necesita aprender de papá y de mamá, siendo la presencia e implicación de ambos fundamentales.

10 – Sigue tu intuición

El exceso de sugerencias, consejos e indicaciones que, en muchas ocasiones, son contradictorias puede abrumarte. Valorando la experiencia de tu entorno, que siempre puede ayudarte a avanzar, sí es importante obtener información sobre los aspectos que te inquietan y, sobre todo, escuchar tu intuición. Una mamá intuye lo que necesita su bebé siendo una de las mejores guías para saber cómo actuar.

Tranquila, todo pasa. Disfruta de tu bebé, es vuestro momento.

Por Mª José Chacón Aguilar

Equipo Koan

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