Internet ha revolucionado la forma de obtener información. Por un lado, cualquier persona en poco tiempo, con un dispositivo con conexión, puede disponer de gran cantidad de datos sobre lo que busca. Ya quedó atrás la necesidad de memorizar contenidos ¿qué sentido tendría ahora? Sin obviar que debemos aprender unos conocimientos mínimos de base, sería imposible memorizarlo todo y, lo que es más importante, si algo no sabemos, lo podemos buscar rápidamente.
Por otro lado, este exceso de información nos lleva a tener que aprender a contrastar esa búsqueda obtenida, puesto que, por ejemplo, podemos encontrar varias opiniones/investigaciones sobre un mismo tema. Esto nos puede hacer más críticos, más objetivos, forjando nuestro propio criterio y ampliando nuestro punto de vista. La creencia que teníamos de que existen verdades absolutas y de que podemos conocer todo sobre una materia específica comienzan ya a tener poca validez.
En el mundo laboral, no nos van a pedir que sepamos hacer operaciones matemáticas, nos pueden exigir que seamos capaces de comprar las materias primas necesarias con los recursos de los que dispone la empresa, teniendo que solventar con éxito la falta de liquidez. En nuestra vida, en general, nos va a servir de poco haber estudiado una carrera si nos sentimos incapacitados para emprender nuestras aspiraciones por miedo al fracaso o si ni siquiera somos conscientes de lo que realmente queremos. Los contenidos quedan relegados a un segundo plano, teniendo mayor protagonismo las habilidades de la persona (sus competencias) en cuanto a capacidad resolutiva, creatividad, autonomía, responsabilidad, iniciativa, trabajo en equipo, valores,etc. Empieza, por tanto, a tener poca solidez seguir fomentando métodos memorísticos para tener conocimiento y comportamientos autómatas.
Con este panorama ¿cuál es el papel que juega el docente? Generalmente, después de los padres, el maestro es la figura más representativa de los niños, es su modelo a seguir y también va a depender de él cómo esos alumnos consiguen desenvolverse en su vida como adultos. Ante ese papel tan importante, tan vital para la generación futura, los docentes actuales se ven obligados a ser los pioneros de esta revolución educativa que reclama una enseñanza enfocada en pulir las competencias, a forjar personas activas, autónomas, capaces de resolver conflictos, que entiendan el error como oportunidad para aprender y no como fracaso, que fomente la colaboración, que actúen conforme a sus valores, etc.
¿Con qué cuentan los docentes para desempeñar este papel? Con la Comunidad Educativa (Colegios, Padres y Entidades y Personas comprometidas con la Educación) que cada vez es más consciente de esta necesidad de cambio. A través de nuestra experiencia en el colegio San Roque de Valencia, que es uno de los numerosos casos existentes en España, hemos podido comprobar que teniendo voluntad y sin necesidad de contar con grandes recursos, se puede conseguir ese cambio educativo tan necesario implantando una metodología acorde a los tiempos en los que vivimos.
Es una situación poco fácil para los docentes, ya que la formación que han recibido se ha quedado obsoleta. Sin embargo, ya no cabe echar la mirada para otro lado sino encarar la situación y pedir el apoyo necesario. Usando palabras del Dr.Isauro Blanco, Internet nos ha cambiado el panorama de la Educación y nos dice que si seguimos como hasta ahora no conseguiremos nada. Los docentes actuales son como el trapecista que tiene que saltar de un trapecio a otro, y ese salto crea miedo e incertidumbre y requiere valentía, sin embargo, les ha tocado ser pioneros de esta decisión, obligación y necesidad histórica, «No se les ha concedido a ustedes el no saltar»….