En una ocasión, un padre me preguntó qué pensaba yo sobre darle un cachete a un niño para enseñarle lo que está bien y lo que está mal, a lo que le respondí, ¿cómo te sentirías tu si cuando hicieras algo mal o te comportaras de forma inadecuada en una reunión te dieran un tortazo?
Cuando educamos con violencia, herimos el autoconcepto de la persona y nos olvidamos que esa inseguridad que generamos es la que acompañará a nuestros hijos cuando sean adultos.
Siguen existiendo muchas voces de padres e incluso algún experto que consideran que a los niños se les escucha demasiado, teniendo como resultado niños indisciplinados que faltan el respeto a los adultos por no dejar hablar a los niños y no escuchar cual es su punto de vista de las cosas. Cuando te permites escuchar lo que piensan y tienes presente su opinión te das cuenta que no están tan equivocados, es más en muchas ocasiones su criterio es mucho más sabio que el nuestro.
La experiencia recogida desde nuestros talleres con padres y docentes, nos dice que los educadores que saben mirar, respetar, acompañar y escuchar a sus hijos y a sus alumnos, generalmente han crecido queridos, mirados y respetados por sus padres y así la historia se repite.
La dificultad se presenta cuando los padres vienen de una educación más restrictiva y tienen que cambiar su forma de educar, ¿Cómo se hace esto?
Actualmente estamos viviendo un cambio de paradigma en lo que a educación se refiere. Las debilidades del actual sistema educativo, el alto abandono escolar, los conflictos familiares, las adolescencias difíciles, etc.. hacen que pensemos en otro paradigma educativo donde los niños de hoy sean más respetados y sean capaces de descubrir aquello que les hace felices, en un contexto de profundo respeto al otro y a sí mismos.
En palabras de Francesco Tonucci, en una de las entrevistas que ha concedido recientemente a la fundación BBVA, «hay que cuidar al niño que fuimos y no perder esa mirada para educar en la escucha, dando el tiempo y es espacio necesario para que el niño descubra».
Es un cambio de FOCO para todos los educadores: padres, docentes, centros educativos… algo que de una forma u otra se impondrá para hacer niños más felices, seguros y respetuosos porque el respeto solo se aprende cuando te respetan, al revés no funciona.
EPR
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