Vuelta a las aulas: una acogida muy esperada

Dudas, estrés, incertidumbre, miedos, ilusiones, alegría, expectación, esperanza…sentimientos y estados contrapuestos que se agolpan en los centros educativos. Comienzan las clases y ante las circunstancias especiales que nos envuelven, coincide este momento “mágico” para muchos (y no tan mágico para otros) de apertura de las aulas con la necesidad de extremar precauciones.

Los docentes se encuentran en una situación difícil ante la responsabilidad añadida que supone “acoger” en el aula a sus estudiantes. En sus manos va a estar mantener el “bienestar” de lo más valioso para sus familias: sus hijos. El enfrentamiento a estas circunstancias “desconocidas” adquiere dimensiones titánicas.

Sin embargo, tienen entre manos una misión aún más crucial, y no es precisamente la de la protección. Como nos recuerda el Dr. Isauro Blanco, los docentes son “maestros de vida porque orientan a sus alumnos a llegar a un destino de horizonte ilimitado: una misión que transciende programas académicos y exigencias escolares”. Son como esa brújula que dirige a sus pupilos hacia el camino de la prosperidad y la superación.

Si se le pregunta al alumnado qué es lo que más le gusta de volver al colegio o instituto, hay infinidad de respuestas, algunos dirán “quiero ver a mi seño”. Esta pretensión va disminuyendo conforme van sumando años los estudiantes aunque en el futuro, cuando sean adultos, muchos recordarán con agradecimiento cómo les marcó aquel profesor o profesora que estuvo “a su vera”. Sin embargo, hay un deseo común que se repite en muchos casos: “volver a ver a mis compañeros”, otorgando, con esta afirmación, verdadero valor a las relaciones. Ya lo decía Aristóteles cuando definía al ser humano como un “zoon politikón” (animal político o cívico) indicando que, a diferencia de los animales, tenemos la capacidad natural de relacionarnos políticamente o dicho de otra forma, de crear sociedades y organizar la vida en ciudades. Este filósofo mantenía que el individuo solo puede realizarse plenamente en sociedad, teniendo la necesidad de vivir con otras personas.

Los docentes saben de la necesitad de las chicas y chicos de relacionarse, de compartir momentos más allá de una pantalla de un ordenador, tablet o móvil, de reflexionar, explorar, debatir, crear, reír, llorar y emocionarse con los mil y un momentos que aporta la vivencia en el aula, ese “laboratorio de aprendizaje” que pretende forjar a futuras personas autónomas, motivadas, comprometidas, libres, emprendedoras donde la figura del profesor es como un director de orquesta que, con sus sutiles indicaciones con su batuta, permite a sus “músicos” crear obras fantásticas.

Las primeras semanas son cruciales para determinar la trayectoria del resto del curso. Después de tantos meses de espera, que estos momentos iniciales del ansiado reencuentro no se vuelvan turbios por los acontecimientos que les rodean sino que brillen como lo que realmente es: una acogida muy esperada.

Querido docente, ahora más que nunca necesitan de ti.

¡Ánimo y que la fuerza te acompañe!

By Mª José Chacón Aguilar

Equipo Kōan

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