Ánimo, estoy contigo
Ser madre lactante en la actualidad, todo un reto
Si a una madre le preguntan “¿qué harías por tu hijo/a? la mayoría contesta “todo lo que esté en mi mano” sin ninguna vacilación. Y en ese “todo” está incluido decidir si amamantar o no a su bebé. Muchas madres que no pueden dar el pecho o, simplemente, no quieren se sienten culpables y atacadas por buena parte de la sociedad. Se trata de una decisión y un derecho de la madre en la que nadie debe interferir.
En mi caso, consideré que unas de las acciones que mejor favorecería la crianza de mi hijo era la lactancia. Y es que cada vez existen más estudios que demuestran las grandes bondades que tiene esta natural y ancestral práctica que le otorgan trascendental importancia. La leche materna es el mejor alimento que puede recibir un bebé. No existe ningún alimento tan completo, se podría decir que es «el oro de los alimentos» cuya composición se va adaptando al crecimiento del pequeño. Favorece la implantación de la microbiota infantil, fortaleciendo el sistema inmunológico y disminuyendo la posibilidad de sufrir enfermedades tanto el lactante como la madre. Reduce o elimina el dolor como lo demuestra la técnica “tetanalgesia”. Además, los beneficios psicológicos de la lactancia materna son cuantiosos y su impacto repercute en la persona hasta su adultez.
Hasta que me he convertido en madre lactante, he sido poco consciente del reto que supone amamantar a mi bebé en los tiempos que corren.
Tenía la idea “romántica” de que la lactancia era algo innato y gratificante y consolidado, aceptado y apoyado por el entorno. Tras mi experiencia, sí coincido en que es una de las vivencias más maravillosas que he tenido en mi vida. Pese a las dificultades con las que me he encontrado (y sigo teniendo), me alegro de haber tomado esta decisión.
Según el informe del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (2016), 46,9% de las madres dieron el pecho tras el parto. Sólo el 28,5% lo hicieron en forma exclusiva hasta los 6 meses. Esta tasa está muy por debajo de lo recomendado por la OMS o UNICEF, previendo pocas variaciones en los años sucesivos. Además, esta cifra se ha podido ver reducida por la pandemia. Lo curioso es que se estima que el 90% de mujeres embarazadas en España quiere dar el pecho. Si la intención es amamantar, ¿qué está ocurriendo para que el porcentaje de las mamás que lo practican caiga en picado?
Pilares de la lactancia
Partiendo de mi propia experiencia, considero que existen 3 pilares que necesitan estar presentes para el éxito de la lactancia materna. Estos son:
1 – Asesoramiento (sanitario) adecuado
Iniciar la lactancia es poco fácil. El agarre del bebé y la posición a la hora de amamantar son claves para que una madre pueda dar el pecho de forma exitosa. Esto implica que las primeras semanas son decisivas para la supervivencia de la lactancia. Sin embargo, las carencias en esta materia de muchos profesionales sanitarios, que ofrecen escasos o erróneos asesoramientos, provoca un abandono de la lactancia antes de lo deseado. El uso del biberón y el chupete antes de consolidar la lactancia, también boicotean esta práctica. Por suerte, puedo contar con familia y amistades, que son profesionales sanitarias con conocimientos actualizados sobre la materia, que me están ayudando a salir victoriosa en determinados momentos delicados.
2 – Conciliación familiar
Actualmente la OMS y UNICEF recomiendan la iniciación temprana de la lactancia materna en la primera hora de vida; lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida y continuar con ella hasta los dos años de edad o más, con la introducción de alimentos complementarios (sólidos) nutricionalmente adecuados y seguros a los seis meses. Si eres mamá trabajadora y, además, llevas tu propio negocio, continuar con la lactancia se convierte en toda una odisea. La ausencia de políticas sociales y laborales que faciliten la crianza (en España la baja por maternidad se queda en los cuatro meses) obligan en muchas ocasiones a abandonar la lactancia, antes de lo deseado, con la incorporación de la madre al mundo laboral. Se establecen infinidad de acciones en las políticas de igualdad, sin embargo, se olvida algo tan necesario como proteger la lactancia y facilitar a la madre poder llevarla a cabo.
3 – Apoyo del entorno
Alejándonos de costumbres y recomendaciones de décadas anteriores, se ha demostrado que para que la madre genere la leche suficiente para amamantar a su hijo, la única forma de conseguirlo es realizar la lactancia a demanda. Esto implica un agotamiento y un estrés continuos, sobre todo, si tu bebé es de alta demanda como el mío, donde vives con frecuencia noches sin apenas dormir y escaso tiempo para realizar cualquier actividad más allá de la lactancia. Puedo asegurar que no es nada cómodo tener esta situación durante un tiempo tan prolongado y resulta abrumador cuando tu entorno continuamente hace comentarios en contra de continuar con la lactancia o realizarla en la forma que ya se ha demostrado es necesaria. Es de gran ayuda que familia y allegados valoren y sean conscientes del esfuerzo que las mamás hacemos en pos del bienestar de nuestros hijos.
Mi agradecimiento a mi familia , a mis amigos y a mi socia por ayudarme a superar cada día este reto.
Paradójicamente, al igual que sufren las mamás que deciden no amamantar a sus hijos, también las madres lactantes soportamos la presión de la sociedad cuando queremos proteger la lactancia en forma y duración que se aleja de los hábitos «aceptados» de anteriores décadas. Una discriminación “oculta” de la actual sociedad que es necesario destapar y paliar.
Creo firmemente en los beneficios de la lactancia porque veo el extraordinario resultado directamente en mi hijo, un esfuerzo que merece la pena, así que seguiré haciendo “todo lo que esté en mi mano” por continuarla. Por eso, tú, mamá, que haces todo lo posible para mantener la lactancia de tu hijo, ¡ánimo, estoy contigo!.