Diariamente nos surgen situaciones en las que, a pesar de que nos suponen un gran malestar, las seguimos con una pasiva resignación. Cuántas veces ha pasado que nos han asignado (o nos hemos autoasignado) tareas y más tareas, provocándonos una sobrecarga y éramos incapaces de decir ¡basta!. O cuando alguien nos ha pedido un favor, que realmente nos perjudicaba en algún sentido y, sin más, hemos accedido a ello. Si vamos acumulando situaciones de este tipo sin poner remedio, nos provocará frustración, resentimiento, desmotivación, agotamiento físico y psíquico, etc. con peligrosas consecuencias para nosotros.
Pero ¿por qué actuamos así? Un factor que interviene es nuestro sistema de creencias, consistente en un conjunto de afirmaciones que nos obligan a actuar conforme a un guión predeterminado de forma semiconsciente. Son creencias que se programaron en nuestro cerebro hasta los 7 años de edad y que se construyeron por influencia principal mente de nuestros padres y de los restantes adultos que desempeñaron un papel relevante cuando éramos niños.
Constituyen un filtro para percibir la realidad, a los demás y a nosotros mismos, de tal manera que, ante una misma situación, dos personas pueden reaccionar de diferente manera.
Resulta, por tanto, esencial, descubrir cuáles son esas creencias que nos mueven y, si son negativas, limpiarlas para que nos permitan fluir en nuestro día a día.
Si mi creencia fuera, por ejemplo, Yo puedo con todo, ¿cuál creéis que puede ser mi actitud ante la vida y sus repercusiones?….. Necesitamos más a una persona viva que a un héroe muerto…
Mª José Chacón Aguilar